El cuento de la Mujer y el Guerrero de las Mil Batallas
Había una vez un poblado perdido entre las montañas más altas de América, en donde las nubes coqueteaban con la tierra y el pasto. Los habitantes estaban acostumbrados a apenas verse las manos, pero los días de verano el cálido sol lograba despejar la densa niebla y podían verse los hermosos verdes de los árboles, el dorado del camino, los millones de colores de las flores. Como era un lugar permanentemente húmedo, a pesar de la altura, la vegetación era selvática y exuberante. Aquellos días en que los aldeanos